Hay vínculos que te rompen. Otros que te salvan.
Algunos aparecen de golpe, como si te conocieran de siempre.
Y otros duran solo un instante, pero te transforman para siempre.
Nada de eso es casualidad.
Todo eso puede ser parte de un pacto de almas.
¿Qué es un pacto de almas?
Es un acuerdo energético que tu alma hace con otra antes de encarnar.
Un “nos encontramos allá y hacemos esto”, dicho sin palabras, desde un plano donde todo tiene sentido.
Y esos pactos no siempre son románticos o tiernos.
A veces son dolorosos, incómodos, intensos… pero necesarios.
Porque el objetivo no es que “la pases bien”, sino que evoluciones.
¿Cómo reconocer un pacto?
No hay una fórmula exacta, pero hay señales que lo delatan:
Sentís una conexión profunda desde el minuto uno.
Esa persona te confronta, te espeja o te impulsa como nadie más.
El vínculo es intenso, incluso si fue breve.
Te deja una marca que no se borra con el tiempo.
No todos los pactos duran
Algunos pactos son para encontrarse y separarse.
Para mostrarte algo. Para moverte. Para cerrar una historia vieja.
Y sí, muchos duelen, porque implican lecciones grandes.
Pero cuando mirás con perspectiva, entendés que no fue en vano.
Que había algo que solo esa persona podía activar en vos.
¿Y si fue tóxico?
Incluso esos vínculos pueden ser parte del pacto.
Para que aprendas a ponerte límites.
Para que reconozcas tu valor.
Para que rompas un patrón que venís repitiendo encarnación tras encarnación.
No, no es justificar el daño, es entender el propósito espiritual detrás del impacto.
Los pactos no te atan, te despiertan
Tu alma no hace pactos para encerrarte.
Los hace para recordarte quién sos, lo que viniste a aprender y lo que necesitás soltar.
Y una vez que el aprendizaje se integra, el pacto se libera.
¿Te encontraste con alguien que te cambió la vida?
Tal vez no fue casual.
Tal vez fue un contrato que tu alma firmó con los ojos cerrados… y el corazón abierto.
